Que los escritores trabajan sin una conciencia precisa de lo que hacen los demás, me dijo uno hace poco. Los resultados se relacionan después. Pienso en ello ahora que esta muestra de cortos documentales españoles está lista, pues salta a la vista que el otro, la otredad, y la prolongación del yo a través de ese alguien más son las preocupaciones inmediatas de este grupo de cineastas que aquí convergen. Queda claro en el fabuloso Notes on the Other, de Sergio Oksman –uno de los filmes más sublimes que he visto en tiempos, una suerte de viaje, emocionante e inspirador– así como en Doppelgänger, donde el realizador Óscar de Julián se propone encontrar a alguien más que lleve su singular nombre hasta que conoce a otro Óscar de Julián, un necroescultor colombiano que con las cenizas de los muertos crea figuras que extienden de alguna manera sus vidas finadas. Eso mismo, dar una continuidad a lo que ya no está, es lo que hace Joan López Lloret en Autoretrat, a través de una sutil exploración de la memoria de su madre por medio de los objetos que quedaron inmóviles en su apartamento luego de su reciente muerte. En Límites 1ª Persona, Elías León Siminiani graba a la mujer a la que quiere durante un viaje por el desierto. Él captura su rostro como si eso fuera a prolongar el amor, pero en las imágenes ella solo encuentra soledad y una brecha. He aquí una pieza reflexiva y conmovedora sobre el cine (como ejercicio de mirar y capturar), la distancia y las consecuencias del desamor. Otro desierto y otros trayectos son los de Lluís Escartín en Amanar Tamasheq. Siento al ver el conjunto de su trabajo que él es uno de esos realizadores que te hablan con la verdad, pero no intentan jamás que su verdad sea la tuya. Esa transparencia y amplitud me emocionan. Amanar Tamasheq es una película fronteriza que describe un encuentro improbable: el del cineasta occidental con un pueblo lejano y libre, los tuareg, de Malí. Por su parte en Las variaciones Marker, Isaki Lacuesta toma prestadas las imágenes del archivo del padre del ensayo fílmico, Chris Marker, y casi sin necesidad de una cámara crea su propia película, un homenaje al cineasta francés, compuesto por tres episodios que se conectan como un viaje. En un registro distinto, igualmente genial, se sitúa El Sastre de Óscar Pérez, una joya del cine directo en la que el realizador pone su cámara en el ya muy apiñado quiosco de un sastre paquistaní en Barcelona y se dedica a observar. Situaciones hilarantes y extremas llegan al espectador producto del ejercicio de dejar que las cosas pasen (por qué no provocarlas) y estar atentos para captarlas. No es casual dejar a La Sortie, de Chus Domínguez, para el final de este recuento. La Sortie des Ouvriers de l’Usine Lumière fue la primera película de la historia del cine. Ciento y pico años después, la sala Kubrick en León cierra sus puertas. Con un coqueto guiño de ojo, Domínguez le declara su amor al cine –como arte y como espacio físico– a través de un plano fijo acompañado de emocionantes testimonios en off. Limítrofes, arriesgados y heterodoxos, estos ocho cortometrajes celebran con cada cuadro las infinitas posibilidades del cine de lo real.
*publicado en EL OTRO CINE
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