jueves, enero 19, 2012

Caballo atacado por un jaguar



Voy a seguir echándole ingredientes a la sopa, esta semana de copy paste. La SOPA está hasta en la sopa estos días. Qué puedo hacer yo si mi blog depende del verbo plagiar.
Hoy es el turno de Rousseau y esta, una de mis pinturas favoritas, quizás la primera. Tengo una historia bien personal con esta pintura, como que aparece en momentos muy precisos.
De hecho uno de esos encuentros propició que me armara de valor y nostalgia y escribiera una carta que generó un sacudón bien fuerte en mi vida.
Essen, Quito, Basel, Moscú y Berkeley. Dos museos, una biblioteca, una librería y un sobre con la respuesta a mi misiva. Dentro del paquete un librito viejo con las pinturas de Rousseau que había dejado su padre ya fallecido: "Me lo devolverás cuando nos volvamos a ver". Por eso ya no lo tengo. Hace poco lo reemplacé con una edición más grande que me sorprendió en la vitrina de Half Price Books, en la avenida Shattuck. La misma adrenalina al pasar las páginas, la misma emoción al comprobar que mi caballo y su jaguar estaban reproducidos ahí.
Conocí esta pintura a los 16 pero no recordaba ni a su autor ni su nombre. Me sorprendió años más tarde que de verdad fuera la imagen de un caballo siendo atacado por un jaguar. Yo la había guardado en mi memoria como una escena de amor y sexo en la selva, protagonizada por una pareja improbable. Caballo y jaguar atrapados in fraganti. No sé. En todo caso para mí es el cuadro más tierno, más sexy, más humedo, más naïf. Por eso está hoy aquí.

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