El estreno del documental de Mora coincide con la presencia en cartelera de su primer largometraje de ficción, Sin otoño, sin primavera. No es la única coincidencia; las dos películas hablan de Guayaquil y profundizan en las memorias que el cineasta radicado en Quito guarda de su ciudad natal. Son dos filmes distintos y al mismo tiempo complementarios, ambos bañados por una cierta nostalgia y un punto de vista crítico sobre una ciudad extraviada.
Cuando nace Olivia, su primera hija, el director comienza a filmarla casi obsesivamente, quizás para regalarle algún día la posibilidad de ver sus primeros años de vida, aquellos que no están hechos para que los podamos recordar. Paralelamente, su abuela materna convive con el Alzheimer desde hace quince años. Ella tampoco recordará ese momento y sin embargo –por insistencia de su madre– Iván organiza un viaje a Guayaquil para que la niña y su bisabuela se conozcan. Pasa desapercibido el encuentro para estas dos mujeres separadas por los años y unidas por la incapacidad de recordar, pero no para el director que a partir de ese momento se interna en una reflexión sobre su ciudad amnésica y alienada, la historia de su abuela –una mujer que vivió adelantada al tiempo que le tocó vivir y el que paradójicamente se congeló al final de su vida–, la construcción de la memoria y las vivencias que marcarán la vida de la vivaz Olivia.
La bisabuela tiene Alzheimer es un filme leve y a la vez profundo, como un viaje feliz al que uno afronta sin maletas pesadas, que a ratos parece de fantasía gracias a los destellos creativos del realizador y su equipo –elaboradas secuencias de imágenes que literalmente te envuelven y una delicada banda sonora marcada por las notas del tan presente piano, leitmotiv de la familia Manzano–. Estas imágenes se intercalan con otras más caseras y no por ello menos significativas que documentan los primeros cinco años de Olivia (el primer contacto con el mar y la arena, la amistad con el primo Cuqui, el no tan feliz descubrimiento de la nieve y así una serie de momentos sencillos y fundamentales para toda niñez).
La bisabuela tiene Alzheimer pertenece al tipo de cine que más me emociona: documental íntimo, familiar y autorreflexivo, narrado en primera persona, género extremadamente complejo que solo funciona cuando confluyen en la sala de montaje dosis precisas de cercanía y distancia, emotividad e introspección, y una cierta liberación que no raya en confesión sicoterapéutica. Así ocurre en este documental inteligente y sensible, lo más cercano a la televisión con la que sueño.
FICHA TÉCNICA
La bisabuela tiene Alzheimer es un largometraje de 52 minutos, producido por Doctv Latinoamérica, en co- producción con el Consejo Nacional de Cinematografía de Ecuador – CNCINE, Ecuador Tv - TVE y la República Invisible.
El director
Iván Mora Manzano -Ecuador Nació en 1977 en Guayaquil, Ecuador. Su primer trabajo como director, Silencio Nuclear, fue el primer cortometraje ecuatoriano en entrar al Festival de Venecia. Actualmente desarrolla proyectos de largometraje desde la productora La República Invisible. Su primer largometraje de ficción Sin Otoño, Sin Primavera, se acaba de estrenar a nivel nacional en todo el Ecuador. También compone la música de sus películas.
Origen: Ecuador | Duración: 52 minutos | Director: Iván Mora Manzano | Producción: Alfredo Mora Manzano, Isabel Carrasco Escobar | Compañía productora: La República Invisible | Dirección de fotografía: Simón Brauer, Michael Aguirre | Asistencia de producción: Jorge Osinaga | Asistencia de fotografía: Kenneth Carrera, Kike Moreno | Edición: Iván Mora Manzano, Emmanuel Blanchard | Música: Iván Mora Manzano | Canciones: Juan Carlos González | Sonido: Estebanoise Brauer.
Y aquí un bonus:
Publicado en Perspectivas del Diario HOY, el 3 de noviembre
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