Pongo aquí una versión similar de mi columna quincenal en HOY que se publicó el miércoles en las Perspectivas. Estoy feliz de que después de yo haber escrito esto el domingo, se llegó a una tregua. Ojalá sea duradera.
Una profesora de periodismo nos recomendaba que al mencionar cifras y estadísticas en un texto las asociáramos con imágenes cercanas a nuestros lectores. Ella decía que gracias a la comparación aquellos números insípidos tomarían un poco de humanidad. Hoy que la Franja de Gaza vuelve a ser una preocupante noticia, me detengo a buscar en mi álbum mental de fotografías un equivalente para una de las zonas más densamente habitadas del mundo.
Según los resultados del Censo de población de Cisjordania y la Franja de Gaza de 1997, publicados por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), 1,416,543 personas vivían en los 365km2 de la Franja en dicho momento. Esto determina una densidad de 3,880 habitantes por km2, lo que querría decir que si otro era mi destino, no hubiéramos sido cuatro sino 9,700 los moradores de esa casa con jardín grande donde yo crecí.
En las zonas urbanas de Gaza, las áreas residenciales, comerciales, los servicios y los edificios usados con fines bélicos por los extremistas islámicos conviven lado a lado, de modo que cada ataque israelí –lo quieran ellos o no y esto es discutible– termina recayendo sobre la población civil. Hasta ahora la víctima más pequeña de esta nueva intervención militar es un bebé de 11 meses, hijo del reportero gráfico de la BBC Jihad Masharawi (aunque no sé si para las estadísticas cuenta un niño que no llegó a nacer, pues también murió una mujer embarazada).
Si bien es cierto la violencia ya escalaba desde las últimas semanas, el miércoles pasado alcanzó el punto álgido tras la muerte del jefe del brazo armado de Hamás, Ahmed Yabari, resultado de uno de los asesinatos selectivos de las Fuerzas de Defensa de Israel. Fue así que arrancó la Operación ‘Pilar Defensivo’, una nueva ofensiva con hedor electoral a tan solo dos meses de los comicios en Israel, con Netanyahu en busca de la reelección y liderando la intención de voto.
Esta no es la única coincidencia con la Operación ‘Plomo Fundido’, lo que me lleva a temer que estamos a las puertas de un conflicto que no durará poco. No obstante ahora hay que detenerse a pensar que las condiciones en Medio Oriente son otras. La frontera entre Egipto y Gaza está abierta, la Primavera Árabe ha dotado de un nuevo poder a los grupos islamistas y los proyectiles lanzados desde Gaza ya alcanzan las proximidades de Tel Aviv, tanto así que este jueves al anochecer –veinte años después de la Guerra del Golfo– la capital financiera de Israel volvió a escuchar las sirenas que alertaban a sus residentes de un ataque inminente.
Hasta el momento en que escribo estas líneas ya han fallecido tres personas en Israel y docenas han resultado heridas como consecuencia de los más de 600 misiles lanzados por los grupos islamistas. En Gaza suman 112 los muertos, en su mayoría civiles, incluidos 28 niños, once mujeres y trece ancianos, según fuentes médicas palestinas.
Un reporte de la ONG israelí B’Tselem determinó que 773 civiles murieron en la Franja de Gaza en los 19 días que duró la operación ‘Plomo Fundido’ entre 2008 y 2009; tres en Israel. El uso de fósforo blanco, explosivos de metal inerte denso y otras prácticas cuestionables por parte de las FDI hacen de esta incursión militar uno de los más repugnantes capítulos del conflicto palestino-israelí.
* Para que estos datos no queden en el papel, propongo un ejercicio similar al de mi profesora: hacer de una estadística un rostro. Les invito a ver el documental To shoot an elephant disponible en línea para ser visto y difundido abiertamente. En este filme (selección oficial de EDOC9) el realizador español Alberto Arce relata los padecimientos de la población civil en Gaza durante la operación ‘Plomo Fundido’. Les anticipo que es una película urgente, así como estremecedora.
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