Estamos frente a un filme modélico en el que el director, Thomas Wallner, se ciñe a un dispositivo desde el comienzo y no lo abandona más. La belleza de Before the Last Curtain Falls reluce desde el primer plano de la película cuando la cámara se pasea por los canales de Ghent, iluminados por las luces nocturnas y de fondo el bolero de Ravel. Ya en ese momento queda sugerido el viaje transformador de los personajes y el tono sensual y envolvente que tendrá el relato.
En 2010, comenzó la gira mundial del espectáculo de danza-teatro Gardenia, que ponía en escena la noche de clausura de un cabaret trans. Cuando la temporada llega a su fin y la troupe debe volver a casa, el director filma la última presentación y pone en paralelo al show con la vida real de los actores, un grupo de transexuales de edad madura quienes reflexionan sobre su vida y su trayectoria artística y personal y comparten confesiones íntimas, a veces desgarradoras y salpicadas por las injusticias del prejuicio y la incomprensión, pero siempre con humor y una postura optimista frente a los días que seguirán.
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