Como todas las mañanas, Fima llamó a su amigo Zvi Koprotkin. Intentó sacudir un poco su conciencia, hablarle de los territorios, de la ocupación israelí, de Günter Grass y sus discursos en tercera persona, a pesar de que él, Grass, había estado involucrado con el nazismo y cargaba más responsabilidad sobre sus hombros que la que Fima tenía sobre la situación en Palestina. Sin embargo Fima, "que no había puesto un pie en Líbano, que jamás había servido en los territorios, de modo que sus manos estaban menos manchadas que las de Grass", cuando se refería a la situación palestina y la responsabilidad que tenía su estado, prefería no extraerse del discurso. Siempre decía "nosotros", "nuestros crímenes". Llevaba la tragedia de sus vecinos como si fuera suya. No es que estuviera del lado de los árabes, lo aclaraba, pero sabía que reconocer el asunto a la final sería una solución para los mismos judíos. “Te he explicado ya mil veces que para mí no son unos santos [los árabes] ni mucho menos. Se trata simplemente de humanidad…” Pero eso ya no se lo dijo a Zvi, sino a Baruj, su padre, que pasó a visitarlo unas horas más tarde.
En realidad Zvi no necesitaba un gran sacudón de conciencia. Ya era un hombre bastante comprometido y esa mañana solo necesitaba hacer las cosas de prisa porque estaba tarde para dictar una clase de historia en la Universidad Hebrea.
Terminada la conversación, Fima por fin lavó los trastos sucios, limpió las manchas de mermelada seca sobre la mesa, cambió las sábanas que ya olían a sudado y al poco tiempo recibió a Baruj, que vino de improviso, elegante y perfumado como siempre, con la obcecada idea de convencer a su hijo que se consiguiese una mujer que llenase un poco tanta soledad y a meterle, “disimuladamente”, un billete de 50 shekels en el bolsillo del pantalón, no vaya a ser que ande necesitado.
Yo tenía otros planes para esta mañana. Desde que llegamos a Jerusalén, Misha se ha pasado contado manilfoldas. Parece que la solución al problema que no sale de su mente desde hace tres años va a llegar estos días. Pero cuando las soluciones matemáticas se acercan, la vida de pareja paga su precio. Sería incorrecto quejarme porque con el calor, el viaje, la luz de verano que dura hasta tarde, el espíritu de vacaciones que nos acompaña (por más que haya mucho trabajo) y nuestro todavía reciente reencuentro, nuevos aires han caído sobre nuestros cinco años en pareja.
Sin embargo, me parece que Misha espera más los encuentros matutinos con el gran Alex Lubotzky que el fin de la tarde conmigo en el desaliñado apartamento para estudiantes que nos ha proporcionado la Universidad Hebrea (la misma en donde Zvi dicta sus clases casi todas las mañanas) y que para consentir mi patriotería latinoamericana se ubica en la calle Guatemala, cerquita de la Uruguay, en el barrio de Kiryat Yovel, no muy lejos de la Chile, donde reposa el monstruo.
¡Qué gusto más grande que es ver a Misha sumergido en su mundo numérico, abstracto e inentendible, misterioso y apasionado! Y solo antes de ayer me daba cuenta de que, por ejemplo, no sabía el título de ninguna de sus publicaciones. Me azotó el cargo de conciencia por haber tardado tanto tiempo en preguntarle. “Don’t worry bellu”, me dijo. Quedaba claro que de todas formas no entendería nada y que por saber los nombres no lo iba a conocer ni a querer más; pero al menos yo quería poder recitar algo. “Son un montón”. “Bueno, al menos dime tres, los que más te gusten.” Y en esas me he pasado, combinando términos y equivocándome siempre, jurándole que será la última vez que le pido que me repita.
Y así voy:
– Counting maximal arithmetic quotients, Finite volumes of arithmetic subgroups, Arithmetic groups and hyperbolic manifolds.
– Nooo, nooo.
Y con una sonrisa, lo dice bien. Y yo:
– OK, OK. Mmmmmm… Counting volumes of arithmetic subgroups, Finite groups and hyperbolic manifolds, On volumes of arithmetic...
– Noooo bellu.
Y otra vez. Y otra vez. Y quién sabe diez, hasta que me sale (para luego volverme a olvidar):
– Counting maximal arithmetic subgroups; On volumes of arithmetic quotients; Finite groups and hyperbolic manifolds.
Yo tenía otros planes para esta mañana, decía. Quería salir a eso de las 10. No para ir al Ratner Student Club, la acogedora cafetería del campus de Givat Ram, que está rodeada de grandes ventanales de vidrio tan limpios que ayer un pájaro se estrelló contra uno de ellos, cercada de árboles y con un piano de cola en el centro, donde no se vende cárnicos por lo que los sánduches son o de queso o de salmón y la lasagna de vegetales. Allí puedo conectarme al Internet, sentarme en una mesita redonda de plástico blanco y escribir, trabajar, leer los diarios, acabar el informe para Cinememoria, ver por YouTube los cuatro goles que le propinó la Liga al Fluminense y que me perdí por estar en el Medio Oriente, las declaraciones del patón Bauza, los comentarios en Fox Sports de un par de mexicanos que no le igualan a Martín Liberman, el argentino pelirrojo, la figura del partido, o todo lo que se relacione con la Liga que en estos últimos tiempos ha sido lo más importante.
Tenía planeado caminar un par de horas por el centro hasta las 2 que había quedado en verme con Misha para el almuerzo. Y, luego de comer, volvería a caminar por las mismas calles, pero esta vez con él. Primero pasearía un poco por Kiryat Yovel, luego pensaba tomar uno de dos buses, el 18 o el 19; bajarme en King George esquina con Ben Yehuda y caminar hacia abajo, meterme a SuperPharm a comprar un desmaquillante, seguir caminando hasta llegar a Steimatzky –tal vez tendrían un libro en español a buen precio–, probarme un par de zapatos extravagantes en Gazith, que por más que me encantasen seguramente no los compraría, seguir bajando, llegar a Kikar Zion, tomar hacia arriba por Jaffa Street y así seguir disfrutando sin mayor itinerario de una de mis ciudades preferidas, en mi estación preferida.
Pero por oír la conversación telefónica de Fima, totalmente entrometida, por verlo lavar sus cacharros, ni siquiera le ayudé, y por quedarme en casa cuando llegó Baruj con su olor a colonia –y un pequeño dejo de pescado y zanahorias dulces según Fima, porque yo no lo huelo– terminé quedándome en casa toda la mañana, sin haberme duchado siquiera. A eso de las 12 sonó el teléfono. Era Misha, para mí:
– Where are you bellu?
– Still at home
Y un respiro aliviado.
– You know, there was a big terrorist attack in Jaffa Street. A guy was driving a big tractor, like a bulldozer, and he went over the pavement and started to go over people and over cars and he hit two Egged buses. So the two buses like flipped. They say he was going this way for about 100 meters, crushing everybody on the way. I guess some people died. Several babies were injured. Mostly women and children were there.
– Oh my God. And how do you know it?
– Alex’ son just called.
– I was supposed to be in town right now, you know.
– Yeah. It’s good that you stayed at home.
Tras una pausa:
– And how are you?
– Things are going slowly here. Let’s meet at half past two. Is it OK with you?
– Sure. I might need some more time with Fima as well.
(Me quedo absorta, impresionada. Que un hombre decida explotar, morir primero para llevarse a otros con él, es atroz pero algo tiene de heroico, al menos ante los ojos del mártir y su familia. Pero arrollar a cientos, aplastarles a sagre fría y seguir y seguir, extasiado con tanta sangre desde la cúpula de un tractor, allí sí que no cabe ni un milésimo de humanidad posible. Me pregunto qué tendrá que decir Fima sobre Günter Grass y los nazis y los palestinos y los judíos, después de todo esto.)
– Good.
– See you soon, Michu. Я люблю тебя.
– Te amo.
– Пока.
– Пока.
*Escribí esta entrada ayer por la noche, en casa. Como ahí no hay internet he tenido que esperar hasta hoy para subirla a la red. Antes he revisado los periódicos. La grande Liga es campeón, Ingrid Betancourt está libre.
5 comentarios:
Cuando tenga un minuto libre muéstrale esto a Misha:
http://xkcd.com/435/
se va a reír
es buenísimo! y 100% verdad. gracias!
Toqui! que bueno que estas bien... terrible los atentados en Jerusalem :( Hasta cuando te quedas? yo voy a Kuwait, Dubai y Qatar en una semana. Tal vez Libano y Jordania. Estaba en mis planes Tel Aviv para ver un cliente, pero creo que se complica!! Te extrano mucho y espero que estes aprovechando de la Tierra Santa! Un besoooote.
D
Saludos desde Bs.As.
Me alegro de la copa de la Liga.
Hola, querida María: entro a tu blog para saber algo de ti y me hallo con tu comentario y relato que siempre me conmueven. Supongo que sigues en Israel. Un abrazo, Diego Araujo
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