Mostrando entradas con la etiqueta Fotos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fotos. Mostrar todas las entradas

lunes, julio 07, 2014

viernes, julio 19, 2013

Bonzo, María y Wide Lovely Eyes


Mi gato adorado no para de llorar. No come, no toma agua. No hay forma de que le pueda agradar. Tiene una melancolía contenida que sólo desfoga con una mezcla de lloro y maullido que empieza a agobiarme más y más. Se sube a la cama, se acerca lentamente, mueve las patas como si quisiera enterrar algo y comienza a sacar las uñas. Me muerde las manos y los brazos fuertemente. Siento que eso le alivia entonces dejo que me clave los dientes prácticamente en las venas, porque las manos, claro, no son el lugar más carnoso del cuerpo. Duele. Luego empieza a confundirme con una gata en celo. Me perturba mucho ese gesto tan instintivo suyo. Al fin de cuentas, para el efecto de lo que hago para él en su vida diaria, soy el equivalente a su mamá... No lo puedo manejar. Siento una mezcla de incomodidad con ansiedad y asco pero al mismo tiempo, y especialmente, una inmensa ternura por mi gatito púber que no para de gritar de deseo, que tiene erecciones todas las tardes y que no come aunque me siente con él largos minutos frente a su plato, le acaricie, le sirva todas las mezclas de raciones y patés para gatos que uno se pueda imaginar. Y entonces tal vez sea justificable decir que estoy triste.

En esos momentos confusos a veces sólo atino a abrazarle duro para acalmar su instinto felino. Antes, en los días en que aún era un bebé dormilón, le cantaba la canción del señor Don Gato, pero me he dado cuenta que para él lo mismo da, así que no tengo que esforzarme en cantar canciones de gatos para gatos. Así que hoy ha sido un poco de Led Zeppelin pero luego, al verle de cerca, pensé que a él le cabría mejor Wide Lovely Eyes. Y entonces me puse a leer bien la letra de esta canción que oigo casi a diario (yo soy monotemática, quienes me conocen lo saben, y estoy en la fase Push the Sky Away otra vez más). De hecho el otro día pensaba que tendría que escribir un post solamente con citas chiquitas de canciones de Nick Cave. Nick es el poeta más grande de la música contemporánea y ya mismo les voy a demostrar. Pero en fin... Hoy no voy a hacer los quotes de su discografía. Empecé a escribir este texto sólo con el fin de copiar la letra de Wide Lovely Eyes. Así, separada de su melodía que es hermosa también, mi teoría se puede confirmar.


You wave at the sky with wild lovely eyes
Waves and waves of love goodbye
And through the garden with your secret key
Down the tunnel that leads to the sea

Step on the beach beneath the iron sky
You wave and wave with your wild lovely eyes
Crystal waves and waves of love
You wave and say goodbye
Your dress size with your wild lovely strides
And all along the street and lately the stories abound
They've dismantled the fun fair and they've shut down the rides
And they've hung the mermaids from the streetlights by their hair
And with wild lovely eyes you wave at the sky
And me at the high window watching the ride
The waves of blue and the waves of love
You wave and say goodbye
The night expands, I am expanding
I watch your hands like butterflies bending
All among the myths and the legends we create
And all the laughing stories we tell our friends
Close the windows, clear up the mess
It's getting late, it's darker and closer to the end
Through the tunnel and down to the sea
And on that pebble beach, your laces you untie
And arrange your shoes side by side
You wave and wave with your wide lovely eyes
Distant waves and waves of distant love
You wave and say goodbye


miércoles, junio 26, 2013

De los días

I.

Otra vez estoy oyendo a Asmahan. Seguro tiene que ver con el hecho de que, desde hace algunos días, estoy escribiendo un artículo para los proceedings, o sea las actas, de la conferencia de la Universidad Andina en la que participé con una breve ponencia sobre Once I Entered a Garden (la última película de uno de mis cineastas favoritos, the one and only Avi Mograbi). Ya lo compartiré en su totalidad, dejo por ahora el abstract.

SUMARIODesde el humor político de sus primeros documentales, el horror retratado en Venganza por sólo uno de mis ojos hasta la aséptica y singular Z32, Avi Mograbi ha mantenido una coherencia temática a lo largo de su filmografía al exponer, desde su audaz perspectiva, las dolorosas aristas del conflicto palestino-israelí. En Una vez entré en un jardín, el cineasta israelí reflexiona sobre el desarraigo y profundiza nuevamente en las heridas no suturadas del conflicto, aunque con un tono suave y melancólico que se distancia de sus filmes anteriores. Esta artículo hace un breve recorrido por la obra de Mograbi con énfasis en su última película.



Una cosa lleva a la otra y me es imposible acercarme a esa película sin recordar los días que viví en Israel y lo que ellos significaron: lo íntimo y lo mío explotando, multiplicándose bajo ese sol que parecía quemar incluso a las sombras, conviviendo de lado con la más cruenta ocupación, con aquello que debería urgirle a todo el mundo todo porque no hay cosa más cruel que ese éxodo forzoso que empezó en el 48.  

En su película, Mograbi intercala la narración principal con unas cartas narradas por una mujer misteriosa, de la que tenemos pocas referencias, o casi ninguna. Esas cartas me estremecen. Esta, de la que copio un fragmento, un poco más:


Elie, querido. Mi querido,
Ha pasado casi un mes desde que te fuiste. Parece que te hubieras ido para siempre esta vez. En los primeros días después de tu partida entré en un estado extraño. Mi corazón estaba latiendo mecánicamente, para bombear sangre, pero no estaba viva. Tomé prestado el carro de Sophie varias veces, conduje al aeropuerto, estacioné y caminé; caminé analizando a los pasajeros, aquellos que se iban y los que venían, buscándote a ti. Parece que te fuiste para siempre...


Coincide mi viaje a Ecuador, mi implicación con la charla, el festival, la reflexión sobre el tema del documental de Mograbi, con el reciente lanzamiento de Océanos de arena, la nueva novela de Santiago Gamboa, que más que una novela es en realidad una colección de relatos sobre sus viajes por Líbano, Siria, Israel y Jordania. Mi mamá me espera con ella, sabe que Santiago es mi Avi de la literatura, así que no hay mejor regalo para recibirme. Me identifico con muchas de las cosas que él cuenta, muchas las viví exactamente igual. Despierta también mi deseo de volver a Jerusalén, de conocer la tierra de mis ancestros libaneses, de caminar otra vez por ruinas y suelos secos de arena rojiza. Siento que todo es familiar: desde su experiencia en los checkpoints, su viaje a Petra con Analía o su baño en un hamman (sin olvidar los jugos de granada, los camellos decapitados en el mercado de Hebrón...). Me engancha la dosis de historia e investigación que acompaña al libro, pero la narración se me queda un poco corta en sentimiento. Tal vez sea la diferencia entre vivir en un lugar o solamente pasar por él y por primera vez siento, lo digo con humildad, que el espacio del texto me pertenece bastante más que al narrador. 


Petra, Jordania, hace ya
bastantes años
Fue un día especial. Elecciones de la
Autoridad Palestina en Jerusalén Este

El último domingo antes de volver a Rio, vamos a la librería en busca de novedades. Siempre voy a la G en Narrativa Latinoamericana y a la O en Internacional. Uno nunca sabe las sorpresas que le puede deparar un estante. 
Me encuentro con La colina del mal consejo, tres relatos de Amos Oz escritos en 1974 pero que sólo recientemente habían sido traducidos al español por Raquel García Lozano y por lo tanto no los había leído (ella no sabe de mi gratitud pero si no fuera por sus magníficas traducciones yo no habría podido acceder a los textos más importantes de mi vida. Si algún día voy a Madrid le llevaré unas flores y se lo haré saber). Lamento que la edición sea De Bolsillo y no la de Siruela (esa sería ya la alegría completa) pero compro el libro feliz. Hay narraciones que me atrapan, me interesan, me seducen, me invitan a una aventura... pero pocas son las que me arropan así, que me invitan a un descanso desnudo y verdadero. En fin, salvo To Know a Woman, que la leí en inglés –y sí, de Lange es también un fabuloso traductor, un erudito más bien– tal vez la verdad sea que prefiero encontrarme con mi escritor favorito en mi idioma favorito. Si Jana o Fania hablan en español, aunque sea desde Rehavia, también pueda que sea yo...  

Y así ocurre un placer que no ocurre a menudo, conecto dos libros de mis escritores preferidos sin habérmelo esperado: Gamboa en diálogo con Oz. 


II.

Hablando de libros. L'écume des jours de Boris Vian es ahora una película de Michel Gondry. Casi quisimos morir por aquí... Una de las novelas cortas más hermosas que existen, honestamente creo que habría debido quedarse así. Ayer, antes del pre-estreno de Blancanieves (bella película seguida por un corto pero bonito Q&A con el director Pablo Berger que estaba en Rio) finalmente vimos el trailer en pantalla grande y ahora sí definitivamente creo que me decepcioné...



Esta primavera, en París, despertó mi curiosidad al ver la ciudad llena de afiches con la cara de Audrey Tatou y Romain Duris. Audrey est Chloé... Romain est Colin. Michel, querido, ¿leíste el libro? Una de las más hermosas novelas sobre la juventud y el paso a la adultez tiene un casting que bien podría hablar de la crisis de los cuarenta... Aunque se empeñe en hablar con la vocecita de Amélie, ¡Audrey Tatou es más vieja que yo!

Voilá... L'insaisissable!






No soy fan del hipsterismo avant-garde dreameresco de Gondry pero sí he disfrutado algunas de sus películas. Esta creo que ni la voy a ver. Ya me parezco a algunos críticos ecuatorianos que destrozan una película porque se han visto el trailer. ¿Aycart se llamaba?... Lo siento, por mejor quedarse con los libros y el video de Around the World.



sábado, marzo 23, 2013

Daniel Avilés y sus Eventos Dependientes

Daniel pasó por la oficina y me dejó una ampliación de sus fotos. Ya sé en que lugar de mi sala irá, ya sé cómo será el marco. Esta es la foto y este es el texto que escribí sobre él para la revista Diners de marzo (creo), con una corrección porque por ahí se me filtró un dato errado.




“Siempre me gustó el cine, desde guagua. Como tenía asma y no era muy deportista, las películas eran como amigos, representaban la salida a no poder jugar. Las imágenes siempre fueron importantes para mí. A los 17, ya en el colegio, me compré mi primera cámara de fotos y empecé a trabajar en la revista de unos amigos universitarios. Se llamaba El Callejón; ahí empecé a hacer fotos. Después entré a la Universidad San Francisco a estudiar Comunicación Audiovisual.”

Daniel Avilés (Quito, 1980) es director de fotografía para cine y televisión, responsable de la cámara de las películas Telón y El Facilitador, de Víctor Arregui; Mono con Gallinas, de Alfredo León, y Más allá del Mall, de Miguel Alvear. Como director ha realizado varios cortometrajes, entre ellos Wakulla, por el que recibió el Premio al Mejor Cortometraje Ecuatoriano en el festival de cine Cero Latitud.

Dos mil doce fue un buen año para Daniel Avilés. Además de dirigir la fotografía de Telón y de realizar una serie de cursos en el Global Cinematography Institute de Los Angeles, publicó su primer libro de fotografía, Eventos Dependientes. La publicación contó con la curaduría de los fotógrafos Lorena Cordero, Simón Brauer y Coco Laso y llegó acompañada de una exposición homónima que estuvo abierta en la galería El Conteiner de Quito durante diciembre.

Eventos Dependientes está compuesto por un centenar de fotografías tomadas entre 1999 y 2010, aunque la mayoría se centran en el período de 2007 en adelante, cuando Daniel realizaba una maestría en Dirección de Fotografía y Cine en la Universidad Estatal de Florida, como becario Fullbright. No se trata de un ensayo temático y si buscamos un hilo conductor para su obra quizás el concepto del viaje pueda ser el que mejor se adapte.

Dice Daniel que él toma fotos de aquello que quisiera recordar y dice también que lo que le gusta de la fotografía fija es que le otorga “la posibilidad de estar solo y en silencio y, de cierta manera, coleccionar el mundo”. “Cuando pienso en las fotos que están en este libro pienso mucho en la probabilidad”, anota en el texto introductorio de Eventos Dependientes. “En las cosas que tuvieron que pasar para estar en esos momentos, en esos lugares, con esas personas”. Es por esto que el fotógrafo ha decidido recurrir a un criterio básico de la teoría de la probabilidad para dar un nombre a su libro. Por definición, dos o más eventos son dependientes cuando la ocurrencia o no-ocurrencia de uno de ellos afecta la probabilidad de ocurrencia del otro. “Me parece que cada foto está conectada con las anteriores, con lo que estaba viviendo en ese momento, y con las que están por venir”.

El otro día Daniel me contaba de una conversación que tuvo con el fotógrafo Iván Garcés horas antes del lanzamiento del libro y la apertura de la muestra. Dice que le gusta recordarla y va más o menos así:

IG: Veo que hay muchas repeticiones en tus fotos y eso es chévere.
DA: Sí, supongo que esas son las cosas que me interesan.
IG: Hay tres o cuatro cosas que nos interesan y siempre estamos repitiéndolas. Lo único que pasa es que con el paso del tiempo podemos hacer mejor la foto, pero las preocupaciones que tenemos nunca se terminan, siempre estamos dando vuelta a los mismos temas.

¿Y cuáles son las tuyas?, pregunto yo.

“Supongo que los reflejos, cómo la luz cae sobre los objetos, sobre la arquitectura, sobre las caras. Me gusta mucho el contraste entre luz dura y oscuridad. Eso por un lado y, por otro, momentos como aquellos en que las cosas se cruzan en el cuadro. Por ejemplo aquí –y ahí me enseña la foto de la página 96– yo ya tenía las piernas en el cuadro pero con el otro ojo (y esa es una de las cosas buenas de haber sido camarógrafo de noticias) ya veía que este señor estaba llegando, entonces supe que iba a disparar cuando él estuviera donde yo quería que esté. Me interesa esperar para que pasen este tipo de cosas. A veces se trata de buscar estos momentos pero casi siempre es algo que llega de sorpresa.”

¿Será que la movilidad que emana de las fotos de Daniel, la presencia de personajes entrando y saliendo de cuadro, es una consecuencia de su trabajo ligado principalmente a la imagen en movimiento? Cuando pregunto al conocido fotógrafo Pepe Avilés, propietario de El Conteiner y curador de la muestra –él seleccionó 54 fotografías y las organizó en series distintas a aquellas propuestas en el libro–, por qué decidió recibir la muestra de Daniel en su galería, me dice algo que parece apoyar mi conjetura:

“Lo que me interesó es su forma de narrar historias. Él tiene una visión de cómo contar historias, cómo ver el mundo a través del lente. Es algo que no puedo explicar muy fácilmente pero se debe a que es un fotógrafo de cine y hace como pequeños acercamientos a lo que a mí me parecería que son planos de una película. Es una forma interesante de fotografiar; cada foto tiene una historia dentro, como que representa un fragmento de algo más grande.”

Daniel Avilés empieza el año preparándose para dirigir la fotografía de UIO, la ópera prima de Micaela Rueda, y para asistir al Berlinale Talent Campus, un evento de formación y networking paralelo al festival de cine de Berlín que de entre 4400 aplicaciones seleccionó a alrededor de 300 profesionales del cine del mundo para su siguiente edición. Aunque aún no ha definido el tema para su próxima propuesta fotográfica, dice que uno de los objetivos importantes para 2013 es caminar más, con su cámara de fotos, claro.  

miércoles, febrero 13, 2013

Business trip


La semana pasada estuve unos pocos días en São Paulo. Es una ciudad tan distinta a mi querida Rio de Janeiro. Si no fuera por el clima hasta diría que me gusta más... 
Además de los sonidos, los olores, los sabores, las conversaciones, las sensaciones nuevas y otras que se repetían como déjà-vus —y con la lluvia de compañera intermitente—, volví con nuevas imágenes, nuevos amigos y nuevos proyectos. De todo eso no tengo un registro fotográfico. Apenas apreté pocas veces el disparador, pero aquí va un collage de imágenes telefónicas que quizás simbolizan un poco todo eso.

1. Llegando. 06h30. Linea amarilla del Metro.
2. Simpatía y Harmonía. Una esquina así es solo posible en Brasil.
3. Berimbaus durante la práctica de Capoeira de Manoela.
4. Símbolos estúpidos que igual despiertan saudades.
5. Av. Paulista.
6. SESC Pompeia. Poquito antes de volver a casa. Un lugar que me fascinó.

viernes, enero 11, 2013

Ceará a cuentagotas #5

Mientras la semana se va acabando, termino yo también esta serie de posts con las fotos de las vacaciones en Ceará, una opción en blanco y negro, y otra colorida. De las tantas cosas lindas que vi en el Nordeste, me obsesionaron las formas y las texturas que crean al interactuar el agua, la luz, el viento y la arena (el agua que es más calientita que la de Rio, la luz más sosegada, el viento super soplador y la arena clara y tan fina como azúcar).




jueves, enero 10, 2013

RIP Selarón







Qué triste noticia esta de la muerte de Selarón. La primera vez que subí las escaleras me mostró un azulejo que había traído de Ecuador. La última ya no lo vi. Todos los turistas tendrán una historia que contar porque en esas escaleras hay azulejos del mundo entero y él se encargaba de mostrarnos a cada uno esa baldosa que nos llevaría por un momento de vuelta a casa. Es triste y es sórdida la noticia. El cuerpo inerte y quemado, tumbado en las propias escaleras que decoró, junto a un tarro de disolvente. Qué hermosa y qué violenta puede ser esta tierra. Todo ahí mismo, tan cerca. Descansa en paz Selarón.

miércoles, enero 09, 2013

Ceará a cuentagotas #4


Nuevo capítulo de las vacaciones en Jericoacoara cortesía de instagram.com/archibaldodelacruz 

1) Una luz que se colaba por las persianas me sorprendió alrededor de las 6 de la tarde cuando entraba a tomar el baño después de un día de playa. Pensé en una conversación con mi amigo Daniel Avilés ("me gusta la luz dura cayendo sobre los objetos"). Fui por mi iPhone.
2) Buganvillas de color magenta sobre el piso de arena de la heladería. Lindas.
3) Caipirinha de ovo (seriguela) en la barraca de Wagner. Después de tomar la primera supe que serían las mejores vacaciones.
4) Tantos ovos como en Ecuador. ¡Felicidad!
5) Me gustó este cementerio, en el medio de la nada.
6) Mitad de la caminata a la Pedra Furada. 
7) Jericoacoara.
8) Motorizados en las dunas.
9) El viento crea las formas más lindas sobre la arena.
10) Felicidad. Solo eso.
11) Vendedor de acerolas apenas llegamos al Nordeste. Primera vez que las veo completas aunque tomo jugo de pulpa casi todos los días.
12) La luna dorada y redonda es lo único que se ve en el bus camino a Fortaleza.