Un hombre palestino lleva en brazos el cuerpo de su hija de 4 años en Gaza, 29 dic 2008. Es una imagen que pirateo a Mohammed Salem, de Reuters.
Reviso mi blog y, además de hacer algunos cambios a la plantilla que por suerte puedo cancelar, me doy cuenta que, de una u otra manera, la mayoría de mis posts se refieren a Israel. Al menos, hasta ahora, el primero y el último y en el intermedio las jóvenes que renuncian al servicio militar, mis días en Jerusalén, Fima, Amos Oz, Avi Mograbi...
Israel marcó mi vida, definitivamente. Fue un 'coup de foudre' que se convirtió en un amor duradero. Pero hay días, como hoy, en que afirmar abiertamente que amo a Israel me da mucha vergüenza.
No soy Olmert, ni Livni, ni el vegetal Ariel Sharon. No soy ni siquiera una ciudadana israelí, menos aún un soldado recién inmigrado capaz de afirmar estupideces como las que he encontrado en foros públicos esta tarde y que me evitaré la molestia de reproducir. Pero así y todo, a la vergüenza la siento propia.
Dicen en Israel que el objetivo es destruir a Hamas. Yo me pregunto si los cinco niños cuyos cadáveres he visto hoy en los noticieros, si todos los estudiantes de la Universidad Islámica que se han quedado sin un techo para instruirse, si los 300 muertos hasta el conteo de la tarde, si los 1400 heridos, si todos, todos, son militantes de Hamas, o si más bien se trata de algo apestoso, pudriéndose en Tel Aviv.
Las elecciones se acercan en Israel. Olmert ya no puede más de corrupto, de inepto y desacreditado. Tzipi Livni (la Ministra de Relaciones Exteriores) resulta ser más agraciada pero no más implacable que Golda Meir y necesita probar su firmeza si quiere ser la próxima mujer a manos del estado hebreo. Me daba la impresión de que una esperanza era posible con ella, pero creo que me he equivocado. El show con Condoleezza fue solamente eso y no creo que el show con Hillary vaya a traer algo diferente.
Me da pena admitir, pero el común de la población israelí (y un montón de gente en el mundo) todavía no está dispuesto a ceder, a mirar a los palestinos con otros ojos (o terroristas o mano de obra barata), la mayoría ve con aprecio las acciones bélicas como la invasión a Líbano en 2006, como si con ellas se podría terminar con Hezbollah, Hamas y todo aquel al que se pueda catalogar de terrorista para lograr así finalmente que las pesadillas no disturben nuestros plácidos sueños. Pero sembrar vientos da de frutos tempestades.
Lo que esta incursión pretende es demostrar que no solo el candidato derechista Bibi Netanyahu (Likud) tiene manos de hierro. Si Barak (Ministro de Defensa y líder Laborista) y Livni (Kadima) quieren probar el poder deberán hacerle entender a la población israelí cuan preparados están para vencer al terrorismo.
Mientras tanto basta prender el televisor para en algo captar la desgracia de Gaza: la pesadilla del hambre, el hacinamiento, la masacre y el bloqueo.
* al acabar este post los muertos suman 315. 313 en Palestina, 2 en Israel
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