viernes, junio 03, 2011

Kevin J. Everson, entre la necesidad y la coincidencia

Kevin Jerome Everson (Mansfield, Ohio, 1965) es un artista multidisciplinario. Su obra incluye pinturas, esculturas e instalaciones. Como cineasta es responsable de cinco largometrajes y más de 70 cortos que transitan entre la ficción y el documental y que vistos en conjunto constituyen una peculiar enciclopedia de la clase obrera afroamericana.
El cine de Everson coincide con tres de las búsquedas fundamentales de la programación de los EDOC10: la persistencia de la mirada, la puesta en escena como posibilidad en el cine documental y la exploración de la herencia afro.
Everson llega a los EDOC con Erie (2010) filme rodado en 16mm y compuesto por una serie de planos fijos en B&N que aborda diferentes expresiones de las comunidades negras que circundan al lago del que obtiene su nombre, y Quality Control (2011) documental observacional –también filmado en 16mm y en B&N– que retrata la cotidianidad de los trabajadores afroamericanos de una lavandería industrial en Alabama.
“Transito por los nexos que conectan a la necesidad y la coincidencia”, dice Everson sobre su trabajo, en una afirmación precisa que habla también de lo que significa programar un festival. “En lugar de un realismo estándar estoy a favor de una estrategia que convierte a las acciones cotidianas y a la palabra en gestos teatrales, donde el material de archivo es reeditado o vuelto a representar, la gente real interpreta situaciones ficticias basadas en sus propias vidas y las observaciones históricas se entrelazan con narrativas contemporáneas. Las películas no solo sugieren la implacabilidad de la vida cotidiana –junto con su belleza– sino que también presentan metáforas oblicuas para la creación artística.”
En Erie, verson yuxtapone largos planos fijos aparentemente inconexos –algunos de ellos especialmente ricos en su textura– en una propuesta que inicialmente parece algo extrema. Poco a poco el panorama comienza a develarse: gestos, acciones y movimientos que se suceden bajo su propio ritmo terminan contando una historia mucho mayor que la suya, la de una comunidad. Y lo mismo ocurre con la observación recurrente de las acciones de los empleados de una lavandería en Quality Control. Estos dos filmes me recuerdan a unos afiches populares de mi juventud que detrás de su planicidad escondían una imagen en tres dimensiones. Pero había que detenerse a mirarlos. No era un ejercicio que todos lo conseguían y que lo lograras una vez no te garantizaba éxito en el próximo intento. Pero cuando la mirada era lo suficientemente afinada, uno tenía la fortuna de entrar en nuevo mundo. Eso me pasó con el cine de Everson, una suerte de tesoro escondido que se revela solamente cuando la mirada decide persistir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, no tengo tu dirección mail y quisiera escribirte para ver la posibilidad de que escribas para nuesro periódico sobre Grandir... ya lo habíamos hablado en Quito. Abrazos rbarriga@ochoymedio.net