Estoy sentada oyendo el rumor de las oleaje (como el libro de Mishima). La ventana abierta de una habitación de hotel me trae un aire tibio. Las palmeras se mecen ligeramente con el viento quieto. Creo que unos mosquitos insignificantes me están atacando. Me rasco los pies... La computadora en la falda. Estoy editando un proyecto sobre la dictadura militar en Brasil (un honor que me confíen la tarea, porque el texto está en portugués).
Con los cambios de mi vida tendré que trabajar interiormente para aminorar las abstracciones que me roban el tiempo, pero en una de ellas me saltan de la nada estas palabras a la mente: "adoraria acreditar, mas não acredito". Llegan con la voz de quien me las dijo. En realidad la frase me visita frecuentemente: "adoraria acreditar, mas não acredito"... Fue dicha en otro contexto, pero funciona igual para mi mundo individual.
"Eu sou materialista, mas creio em mistérios. Se vou de avião, rezo para todos os santos. Eu não chamo ninguém de ateu e não gosto da palavra agnóstico, mas não tenho fé. Eu adoraria ter fé; adoraria acreditar, mas não acredito. "Eduardo Coutinho en una conversación en marzo de 2012
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