viernes, agosto 05, 2011

Brasil


Las cosas llegan a su momento, mágicas, cambiando los planes, sacudiendo las certezas, provocando giros inesperados, llenándonos de vida, haciéndonos sonreir luego de llorar o haciéndonos llorar para después poder sonreír. Hace nueve años y un poco más, en São Paulo, bajaba por la avenida Rodrigues Alves casi todas las mañanas. Iba a ver a mi papá que convalecía en el hospital. En ese trayecto que lo hice durante semanas, pasaba por una escuela de portugués y pensaba: "Cuánto me gustaría matricularme en esta escuela, vivir aquí". Me gustaba fantasear con otra vida posible. Con Brasil tuve un flechazo instantáneo. El olor, el aire, las voces, ciertos rostros, nunca se fueron de mí.
Luego de eso tuvieron que pasar un montón de momentos, de lugares y de personas por mi vida. Y voilà, el tiempo pasa tan rápido y la vida gira y gira y a las 17h45 sale el avión. Destino: Brasil. Cuando le conté a la Valen lo del trabajo en Río, en diciembre, me dijo "ah, todavía falta un montón". Y como decía mi maestro Philippe Avril, "août, c'est demain"; en dos horas viene el taxi y termina así un capítulo bello también, en esta isla a la que poco a poco aprendí a amar.
Ayer se me llenaron los ojos de lágrimas cuando les abracé al Patrick, al Djoko, al Dirk. Y sentí que ellos se quedaron muy tristes con nuestra partida también. Qué rápido pasó todo. ¿A qué momento se fueron seis años?
Yo vine a Inglaterra todavía muy niña, de 28 años que tampoco es tan joven, pero llena, llena de güagüerías. Bien ilusa, bien enamorada, más flaca, más inconsciente. Un poquito antes de cumplir los 34 le mandé una foto a mi mamá y ella me dijo: "qué linda estás, ya tienes cara de mujer". "A esa edad ella dice que empezó a sentirse feliz con lo que era. Yo siento lo mismo, que me voy de Inglaterra totalmente cambiada, asumiendo las cosas que no me gustan de mí, las que no quisiera que fueran así, feliz con mi cara, con mi cuerpo, con algunas arrugas, con las cosas bonitas y todas las imperfectas, aprendí a amar mi soledad, a no cambiar por nada, nada, mi libertad. Siento que es un momento de plenitud porque finalmente aprendí que el tiempo tiene las soluciones, que hay que vivir la vida como ella es. Y si hay que ser franca, me voy cagada del miedo también. Empezar desde cero otra vez: idioma, trabajo, amigos, afectos. Pero es una nueva historia, y eso me hace feliz también. Hoy es un día para celebrar, que los sueños se cumplen, que las vidas se reinventan, que es cuestión de saber esperar.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Suerte Cholita! Ojala y en fin de año te podamos ir a visitar los Campaña Rodriguez!