jueves, diciembre 29, 2011

Del 2011

Hace dos años la Valen pasó el fin de año en Montañita. El 31 a la medianoche una pareja de chicos colombianos, borrachos, abrazados y entre lloros, le maldecían al 2009: "Gonorrea de año, ñañito", repetían (por favor léase con el respectivo acentico paisa) y prometían que el 2010 iba a ser mejor. 
Meses más tarde, cuando le vi otra vez, la Valen nos contó a mi mami y a mí esta historia que nos hizo reír mucho. La Valen tiene una forma muy graciosa de contar las cosas y los colombianos, de tratarse. El caso es que las dos nos apropiamos de la frase de los paisas y ahora la usamos cada que cabe en alguna situación que vivimos. Y así, a la "gonorrea de año" le echamos la culpa de cualquier cosita que no haya estado en el guión. Incluso si todo va bien: "gonorrea de año, ñañito" nos sirve como un buen desfogue.
El fin de año pasado, en cambio, los que pasamos en Montañita fuimos nosotros. Fue un comienzo de año lindo, con la compañía perfecta, rica comida, un mar delicioso y con olas fuertes de las que me gustan, un solaso, muchas risas, lecturas fútiles, cocktailes baratos (hasta con Grand Duval el de las grandes ocasiones por decirlo todo) y al día siguiente un ceviche mixto maravilloso, de concha y pescado, con mucho limón, como tiene que ser. El año empezó en el agua junto con los surfistas que se abalanzaban al mar y así como van las cosas parece que ahí mismo va a terminar. 365 días separan a una playa hippiesesca en Santa Elena de los fuegos artificiales de la playa de Copacabana. Ha sido enorme lo que pasó en la mitad.
La Valen está en alta mar y no hablaremos más hasta el año que viene. Ya nos deseamos feliz año y lógicamente invocamos a nuestros compadres de Colombia antes de despedir al año vía Skype. Yo creo que no me he de olvidar del 2011 muy fácilmente. Gonorrea de año y también el año de la felicidad. Será que aún está muy fresquito pero no tengo memoria de un año que haya sido así de intenso, movido y vivido. Sería un buen título para una película: "Mi año bipolar".
Me gustaría mucho contar mi año en detalle, haría un buen ejercicio de memoria y de gratitud. Contar de los meses, lo que dejaron y lo que se llevaron: las películas, los libros, las canciones; las palabras, los idiomas, los acentos; los festivales, los conciertos, las farras; mi familia, mis amigos, mis hermanas; los nacimientos, los cariños, los encuentros, los desencuentros, los reencuentros; los viajes, los descubrimientos, las maletas, los países, las ciudades, las culturas y el choque de esas culturas, las casas, las camas y los colchones; las medicinas, los tratamientos, las clases de yoga; las entradas, las salidas, los inicios, los finales, los saludos, las despedidas, los errores, los aciertos, los trabajos; los paisajes, las caminatas, los climas, las estaciones, la nieve, la arena, las mañanas y las noches; los colores, los sonidos, los olores, los sabores, las texturas; los árboles, las montañas, los volcanes, las playas, las distintas temperaturas del agua del mar. ¡El mismo mar! Pero sería un ejercicio muy largo y de algo o de alguien seguro que me voy a olvidar. Además, a quién le interesan mis intimidades.  
Dicen que si uno quiere hacerle reír a Dios, le debería contar sus planes. Quizás empecé el 2011 con demasiados en la cuenta y es un hecho que él se me cagó de la risa allá en cielo, pero también es cierto que sigo siendo una persona bendecida por la vida, por Dios y todos los santos, aunque no haya crecido creyendo en ellos.
Al año que viene lo quiero vivir abierta a la improvisación porque queda comprobado que uno no controla nada. Voy a agradecer y ver con buenos ojos lo que sea que me pase y sin hacer muchos planes. Si a mediados de enero tenemos una casa para ir a vivir y paramos de squattear, ya será un buen comienzo. La meta después será tener un trabajo remunerado (los que no pagan no faltan), hablar y escribir bien en portugués y bailar samba que no parezca salsa. Todo a su tiempo. Las metas más grandes no van a desaparecer de mi norte ni voy a parar de luchar por ellas, pero a lo mejor convenga redefinir la táctica. Quizás la solución sea pedir cada vez más poco y agradecer más por lo mucho que ya está. Eso no quiere decir, sin embargo, que haya decidido aceptar sin más el estado de las cosas. Nunca fui así y lo que me gusta de mí no lo voy a cambiar.
Hace algunos años, mi homeópata, acupunturista y confesor de aquel entonces, intentó enseñarme un poquito de Chi kung. Aunque no perseveré en la práctica, llevo bien presente un concepto que él me enseñó: "sentir, soltar y sonreír." Siento y sonrío a menudo. Ahora lo que quiero es soltar un poco más. Y a las tres eses del Sifu Rama le voy a añadir una c. "S
entir, soltar, sonreír" y no dejar de creer.

3 comentarios:

María José Elizalde dijo...

María
Un feliz año pra tí, un año lleno de salud y amor sobre todo.
Te extrañamos y queremos.
Te mando el link de un comercial que me recordó mucho a nuestras comunicaciones en EDOC y algo que suele pasar.
Besos-
http://www.youtube.com/watch?v=beF0LTvbdfw

María Campaña Ramia dijo...

jajajaja, maría campaña corriendo a la embajada de israel, juajuajuajua!! te voy a extrañar en mi nuevo trabajo jose (cuando lo tenga). justo el otro día le decía al mauricio que era increíble trabajar contigo, siempre conectadas y siempre respuestas inmediatas! un besote y feliz año para los cuatro. les quiero mucho!

Danielo dijo...

Buenísimo.
"Quizás la solución sea pedir cada vez más poco y agradecer más por lo mucho que ya está."
Un abrazo en este año de 3s y una C Marie.