miércoles, junio 01, 2011

Diez años celebrando la persistencia de la mirada


Cada etapa de la vida tiene su banda sonora. El momento de preparar los textos para el catálogo y el periódico del festival me ha tomado de golpe, con el nuevo disco de P J Harvey acompañándome al fondo. Let England Shake es uno de aquellos álbumes que me seducen porque a lo largo de sus canciones progresa su narrativa y va trazando una historia, en este caso la de una Inglaterra sumida en la crisis económica, que llora cada semana a jóvenes soldados muertos en las profundidades de Afganistán.
Los acordes de Harvey y el timbre de su voz me hacen pensar, al mismo tiempo y paradójicamente, a un hada y a una bruja. Son capaces de dibujar un territorio, sugerir un estado de ánimo, de protestar y emocionar por su belleza y su compromiso. Qué Inglaterra se sacuda, lo canta ella; que el mundo se sacuda parecen decirnos tantos documentalistas cuyas películas se presentan en los EDOC.
A la música de todos los días se suman las imágenes de los noticieros. Me interpelan particularmente las protestas y revoluciones del mundo árabe. Por un lado es impresionante pensar que la Internet y las redes sociales hayan tenido tanto alcance al momento de organizar a la gente. La dimensión de la red será otra de ahora en adelante. La historia es cíclica y pocas esperanzas quedan mientras el poder y la estupidez sigan yendo de la mano. Egipto todavía vive las secuelas post-Mubarak; la represión en Siria parece ya un genocidio; en Libia reina el sinsentido y la mentira (duele mucho la muerte de los documentalistas y fotoperiodistas que cubrían las protestas: el británico Tim Hetherington y el estadounidense Chris Hondros). En fin; cómo ver estas imágenes y no pensar en la obra de Harun Farocki, a quien EDOC dedica este año una pequeña muestra retrospectiva con cinco películas que representan cuatro décadas de su producción cinematográfica.
Aunque Videogramas de una revolución habla de la caída del régimen de Ceauşescu en Rumania, en 1989, es imposible mirarla hoy sin sentirse agitado. La conexión que establece con la actualidad del mundo árabe es inquietante. La película de Harun Farocki y Andrei Ujica no solo que habla de la obsolescencia del discurso del poder, la represión y la resistencia, sino que estudia meticulosamente las mentiras y verdades que pueden esconderse tras una imagen, dependiendo solamente de una interpretación.
El trabajo de Farocki se presentó por primera vez en los EDOC el año pasado. En comparación era una pieza fascinante que a través de la demostración de la fabricación de un ladrillo en distintas partes del planeta, descomponía las estructuras del mundo moderno. El cine de Farocki es un acto político y sobriamente subversivo que plantea una  reflexión de carácter semiótico a través de la palabra y el texto como el elemento que disecciona la imagen. En esta ocasión el festival sigue la pista del realizador alemán de origen checo y presenta algo de lo que vino antes: Fuego inextinguible (1969), Como se ve (1986), Imágenes del mundo y epitafio de la guerra (1988), Videogramas de una revolución (1992) e Imágenes de prisión (2000).
Aquella devastación que deja la guerra tras su paso nos emocionó en una serie de películas que hablan del día después. Es así que el festival propone ocho documentales en la sección titulada 'Paisaje después de la batalla', en referencia a la obra maestra de Andrzej Wajda. Por una lado está la Franja de Gaza, plasmada libre de bombardeos y sin rostros bañados de sangre. Israel ha dado fin a su operación ‘Plomo Fundido’ y de manera muy delicada lo que Nicolas Wadimoff prefiere retratar es la desolación y el abandono de una región cuando ha cesado el fuego y los noticieros han dejado de informar sobre una catástrofe que sigue su curso. La poesía de Aisheen (Still Alive in Gaza) es del mismo tono que la de Los abrazos del río, donde Nicolás Rincón Gille habla de su nativa Colombia, el río Magdalena y sus muertos.
Está también la fabulosa Cooking History, de Peter Kerekes, una de las películas más originales del programa, en la que el retrato irónico de once cocineros militares habla con absoluta precisión sobre la estupidez de la guerra; o la nueva película de uno de los veteranos de EDOC, Patricio Henríquez, quien de la mano de Luc Côté denuncia una de las tantas infamias cometidas en una de las prisiones más absurdas del mundo en You don't Like the Truth, 4 Days Inside Guantánamo.
Por otro lado, y como es costumbre, el festival pone sus ojos en las vanguardias del cine documental contemporáneo y la sección ‘Observaciones’ representa una de ellas. Aquí hemos incluido el trabajo del cineasta estadounidense Kevin Jerome Everson, quien nos acompaña en esta ocasión. Presentamos Erie (2010) filme rodado en 16mm y compuesto por una serie de planos fijos en B&N que aborda diferentes expresiones de las comunidades negras que circundan al lago del que obtiene su nombre, y Quality Control (2011) documental observacional –también filmado en 16mm y en B&N– que retrata la cotidianidad de los trabajadores afroamericanos de una lavandería industrial en Alabama.
El cine de Everson coincide con tres de las búsquedas fundamentales de la programación de los EDOC10: la persistencia de la mirada, la puesta en escena como posibilidad en el cine documental y la exploración de la herencia afro.
Esta última temática se refleja en la sección "¿Yo racista?”… que incluye la obra de cuatro documentalistas ecuatorianos y dos extranjeros quienes, con aproximaciones distintas, hablan del racismo latente en nuestra sociedad, pero también del importante legado africano que ha enriquecido al Ecuador. Vale la pena hacer un examen de autoconciencia en ¿Sospechosos? o dejarse llevar por el ritmo contemplativo de Afro, la voz de los tambores.
Este es un año especialmente rico para el documental ecuatoriano por la cantidad de la producción y el estreno de varias joyas, entre las que resaltan Yakuaya y Grandir. EDOC tiene el honor de acoger la premiere de Con mi corazón en Yambo, de María Fernanda Restrepo, una película importantísima para la memoria de nuestro país, la cual narra la historia de los niños Restrepo desde la mirada cálida y apasionada de su hermana menor. María Fernanda se mantiene en el territorio íntimo que solo a ella le pertenece y traza un bello retrato de su padre –hombre hecho de madera de roble– y de su relación profunda, sin descuidar el componente histórico y político que incluye episodios muy poderosos como la confrontación con los verdugos de Santiago y Andrés.
Celebro el documental Más allá del Mall, de Miguel Alvear, quien recurre a un actor que representa su alter ego –Andrés Crespo en el papel de un cineasta consternado por el fracaso económico de su última película– y nos sumerge en una reveladora pesquisa sobre el cine de nuestro país con todas sus contradicciones. El resultado es un filme divertidísimo, irónico y a veces surreal, que abre nuevos caminos en la creación documental ecuatoriana.
Este documental me remite a ‘Docufantasías’, sección integrada por seis filmes que transitan por la seductora tierra de nadie entre el cine de ficción y el de lo real. Uno de ellos es The Arbor, de Clio Barnard, filme que investiga la corta vida de la dramaturga Andrea Dunbar (1961-1990) usando como punto de partida sus obras de contenido autobiográfico. La realizadora rompe con los preceptos tradicionales del cine documental en una bella película de técnica mixta. The Arbor es una de las cintas más aplaudidas del cine británico reciente, en la que actores hacen fonomímica sobre los testimonios de personajes reales y representan las situaciones que estos describen. Pero no se trata solamente de una película revolucionaria en su técnica. Lo que me emociona profundamente, más allá de cómo fue hecha, es la sensibilidad con la que captura el estado de ánimo de la clase obrera en la Inglaterra profunda del Thatcherismo y como plantea una reflexión sobre los ciclos inexorables de violencia doméstica, maltrato infantil, alcoholismo y depresión colectiva que no son exclusivos de dicha sociedad ni de aquel tiempo.
Otra propuesta hermosa es Todos vosotros sois capitanes, del español Oliver Laxe –uno de los invitados del festival– una película que, como una gema, brilla desde sus múltiples facetas. Con un estilo muy libre y una realización impecable, Laxe retrata la experiencia de un grupo de muchachos que viven en un centro de acogida en Tánger y se proponen hacer una película bajo su tutela. El filme dialoga con obras esenciales del cine –lleva el espíritu libre de Antoine Doinel en Los 400 golpes y la audacia de la Zazie de Louis Malle– y se presenta humano, sensible y perspicaz a lo largo de su desarrollo.
La programación del festival pone sus ojos en Alemania y su documental contemporáneo, con siete películas, entre ellas La mujer con los 5 elefantes, de Vadim Jendreyko, también nuestro invitado. El filme acompaña a Swetlana Geier durante sus últimos años de vida, en los que, con el mismo rigor de siempre, continúa traduciendo al alemán las obras cumbres de Dostoyevski. Una película sublime sobre la pasión por un oficio, la búsqueda de la palabra perfecta y un viaje por la historia a través de los recuerdos de uno de los personajes más bellos que el espectador de los EDOC encontrará en la pantalla.
En ‘Asuntos de género’ viajamos de la India a Montreal para demostrar que el machismo es el pan de todos los días en las sociedades más represivas pero también en aquellos espacios que se jactan de pertenecer al primer mundo. Pero no se trata solo de dominación masculina, sino también de la dominación impuesta por la estrechez de la mente, el fundamentalismo religioso, la conveniencia de que el orden de las cosas no vaya a desacomodarse. La sección está conformada por 12th & Delaware, de Heidi Ewing y Rachel Grady, herederas de lo mejor del cine directo estadounidense; El Salvador: desde el instante de la concepción, un filme que conmueve por la crueldad y el oscurantismo con que una sociedad ha condenado a una mujer; En el bazar del sexo, una película que mira con mucha perspicacia a la sociedad iraní contemporánea al hablar del matrimonio temporal aceptado por la ley islámica, solo una forma más de degradación a la mujer; Katka, obra de largo aliento de la laureada cineasta checa Helena Třeštíková, que acompaña sin prisa y sin pausa a una joven adicta a las drogas; La domination masculine, de Patric Jean, un filme implacable sobre la violencia sistemática contra la mujer en todos los estratos y en las más altas esferas, y Pink Saris, de Kim Longinotto, cineasta de rigor en los EDOC que en esta ocasión viaja a la India para denunciar los horrores que azotan a la sororidad de las saris rosas, mujeres desposeídas y maltratadas pertenecientes a la casta de los intocables. Pero como es costumbre en la obra de Longinotto, hasta de las situaciones más oscuras y dolorosas siempre brota la humanidad de la gente y su resiliencia.
El ‘Panorama del Mundo’ recoge 25 películas y en él coincide la obra de maestros del cine documental como La danse - Le ballet de l'Opéra de Paris, de Frederick Wiseman; Les Plages d'Agnès, de Agnès Varda; Nénette, de Nicolas Philibert, El Sicario, Room 164, de Gianfranco Rosi y Nostalgia de la Luz, de Patricio Guzmán, con trabajos refrescantes e inspiradores de realizadores noveles como Renate Costa (Cuchillo de palo), Nuria Ibáñez (La cuerda floja), Jakub Stożek (Fuera de alcance) y Marina Lutz (The Marina Experiment).
A lo largo del programa se reparten películas fundamentales para reflexionar sobre la irracionalidad de nuestros tiempos, el ‘fascismo ordinario’, la ley del más fuerte y la incapacidad histórica de romper ciclos de violencia y horror. En ese sentido vale la pena poner atención en títulos como Nazión, Port of Memory, Last Chapter: Goodbye Nicaragua, My Heart of Darkness, Rabbit à la Berlin, Un si long voyage, Agnus Dei - Cordero de Dios y El Tesoro de América - el oro de Pascua Lama.
Finalmente, 14 películas que marcaron al espectador de los EDOC vuelven a la pantalla para festejar los diez años del festival. La genialidad de Santiago, la voz inconfundible de Ross McElwee, los testimonios maravillosos de los habitantes del Edificio Master, los Abuelos de Carla Valencia y los cinco tocayos de Darío Aguirre nos volverán a hacer sonreír y nos darán algo de calor luego de un año sin verano.
Tiempo de EDOC,  de invertir el orden de las cosas, subvertir la mirada y dejarla persistir.

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