sábado, agosto 20, 2011

Noche


No entiendo qué dices Blixa, pero esta canción tuya ha sonado todo el día en mi cabeza. La vida en Río tiene otro ritmo y quizás por eso he escuchado menos EN que de costumbre. También pasa que solo tengo mi compu y la música no sé oye tan bien. Pero no quiero que este cambio de casa me aleje de mí y de las cosas que me conectan con el fondo del espíritu, conmigo y nada más que yo. No, eso no va a pasar. Yo, sola, en el piso de mi cuarto amarillo. Se sentía tan bien... Aunque no sé si tan bien como este calor que me ha humectado la piel.  Un vestido solamente, en casa los pies descalzos casi siempre, el viento rico, el pelo esponjoso, la cara con un ligero brillo, el efecto tan sensual del sol y del mar. Cómo no sentirse bien.
Epidermis, Mesenchym und Lederhaut.
Fasern, Muskeln, Sehnen, Fleisch, Kapillare, Venen, Adern, Fettgewebe, Nervenbahnen, Knochen, Mark, Gebein. Und wo oder was ist übrig?



Veintipico de años de vida andina, a 2,800 metros, unos años de break y luego seis años de vida fría, verde muy verde en el verano y a veces blanca en el invierno, pero siempre fría. Amo las montañas y el horizonte rodeado de volcanes de Quito, pero dentro de mí siempre he deseado el mar. El mismo mar.

La semana pasada sentí mi primera noche de lluvia tropical. Entre esa y la noche de ayer han pasado ya algunas noches. El sonido de la noche en Copacabana lógicamente no es el sonido de la noche en la casa que dejé. La madrugada de ayer no fue de lluvia, fue de viento. Las persianas se sacudían y golpeaban muy fuerte la ventana. Parecía que todo iba a volar fuera casa. La noche interrumpida y los sueños interrumpidos otra vez.

Esto escribí sobre aquella noche de lluvia. Pero no lo publiqué:

...Me fui a la cama con el Diario de Moscú que había comprado en Marsella y que recién ayer decidí que podía leer. Pero no duré casi nada y caí dormida. A las 03h49 (lo sé porque me apuntaba el reloj) me desperté con el sonido de la lluvia que caía tan pero tan fuerte... Esas lluvias tropicales, que de tan intensas hasta dan miedo, pero un sonido hermoso al fin y al cabo, que sabes que está limpiando todo afuera y de alguna manera también limpiándote a ti... Y me quedé con esa lluvia, despierta, pero curiosamente no pensando en las cuestiones del día siguiente, ni en las incertidumbres, ni en las angustias que a veces se magnifican a la madrugada... no, me quedé por un largo rato con esa lluvia nada más, oyéndola y sintiéndola hasta que comenzó a menguar y sonar más bajo y más bajo hasta que se fue...
Horas más tarde empezaron a llegar los estudiantes a su escuela, con ese ímpetu bonito de los años de la adolescencia, gritando, saludándose a todo volumen y a lo poco, a las 7, sonó la primera campana, y luego de pocos minutos la segunda, y al rato entraron a sus clases a empezar su rutina y volvió un silencio total. Me dormí unos 45 minutos más hasta que sonó la campana indicando que la primera hora de clase terminaba, y luego otros 45 hasta que acabó la segunda y a ese momento decidí que era hora de empezar mi día también.
Contrariamente al fastidio que me producía levantarme con el ruido de una construcción, me parece bellísimo el barullo de esta escuela, de estos jóvenes y niños que no paran de gritar, de jugar, lo siento muy vital y me parece lindo saber que mis días van a empezar con un poco de la vida de ellos...
La misma noche y el mismo mar. Hay alguien que lo dice en palabras mucho más bellas que yo nunca podría encontrar.

De la mañana a la noche brilla fuera la luz y no sabe que es luz.
Altos árboles respiran silencio y no necesitan descubrir
cuál es la esencia de la naturaleza arbórea. Llanuras vacías
se tumban para siempre sin pensar en la tristeza de su vacío. 
Las dunas vagan y no se preguntan hasta cuándo ni por dónde ni hacia dónde.
Toda esta asombrosa existencia es asombrosa.
Pero no se asombra. 
Roja sale la luna, igual que un ojo.
Arrancado, abrasando la oscuridad del cielo,
sola pero no desolada. Un gato dormita en una tapia.
Dormita y respira. Nada más. Noche tras noche el viento
vira y sopla sobre bosques y colinas. Vira y se va. Sopla.
No piensa y no reclama. Sólo tú, polvo y jugos,
te pasas la noche escribiendo y borrando,
buscando una razón, buscando un arreglo. 
Amos Oz, El mismo mar

1 comentario:

María Campaña Ramia dijo...

addendum: un mes más tarde quiero decir que estuve a punto de poner una bomba en el colegio guido de fontgalland