miércoles, junio 26, 2013

De los días

I.

Otra vez estoy oyendo a Asmahan. Seguro tiene que ver con el hecho de que, desde hace algunos días, estoy escribiendo un artículo para los proceedings, o sea las actas, de la conferencia de la Universidad Andina en la que participé con una breve ponencia sobre Once I Entered a Garden (la última película de uno de mis cineastas favoritos, the one and only Avi Mograbi). Ya lo compartiré en su totalidad, dejo por ahora el abstract.

SUMARIODesde el humor político de sus primeros documentales, el horror retratado en Venganza por sólo uno de mis ojos hasta la aséptica y singular Z32, Avi Mograbi ha mantenido una coherencia temática a lo largo de su filmografía al exponer, desde su audaz perspectiva, las dolorosas aristas del conflicto palestino-israelí. En Una vez entré en un jardín, el cineasta israelí reflexiona sobre el desarraigo y profundiza nuevamente en las heridas no suturadas del conflicto, aunque con un tono suave y melancólico que se distancia de sus filmes anteriores. Esta artículo hace un breve recorrido por la obra de Mograbi con énfasis en su última película.



Una cosa lleva a la otra y me es imposible acercarme a esa película sin recordar los días que viví en Israel y lo que ellos significaron: lo íntimo y lo mío explotando, multiplicándose bajo ese sol que parecía quemar incluso a las sombras, conviviendo de lado con la más cruenta ocupación, con aquello que debería urgirle a todo el mundo todo porque no hay cosa más cruel que ese éxodo forzoso que empezó en el 48.  

En su película, Mograbi intercala la narración principal con unas cartas narradas por una mujer misteriosa, de la que tenemos pocas referencias, o casi ninguna. Esas cartas me estremecen. Esta, de la que copio un fragmento, un poco más:


Elie, querido. Mi querido,
Ha pasado casi un mes desde que te fuiste. Parece que te hubieras ido para siempre esta vez. En los primeros días después de tu partida entré en un estado extraño. Mi corazón estaba latiendo mecánicamente, para bombear sangre, pero no estaba viva. Tomé prestado el carro de Sophie varias veces, conduje al aeropuerto, estacioné y caminé; caminé analizando a los pasajeros, aquellos que se iban y los que venían, buscándote a ti. Parece que te fuiste para siempre...


Coincide mi viaje a Ecuador, mi implicación con la charla, el festival, la reflexión sobre el tema del documental de Mograbi, con el reciente lanzamiento de Océanos de arena, la nueva novela de Santiago Gamboa, que más que una novela es en realidad una colección de relatos sobre sus viajes por Líbano, Siria, Israel y Jordania. Mi mamá me espera con ella, sabe que Santiago es mi Avi de la literatura, así que no hay mejor regalo para recibirme. Me identifico con muchas de las cosas que él cuenta, muchas las viví exactamente igual. Despierta también mi deseo de volver a Jerusalén, de conocer la tierra de mis ancestros libaneses, de caminar otra vez por ruinas y suelos secos de arena rojiza. Siento que todo es familiar: desde su experiencia en los checkpoints, su viaje a Petra con Analía o su baño en un hamman (sin olvidar los jugos de granada, los camellos decapitados en el mercado de Hebrón...). Me engancha la dosis de historia e investigación que acompaña al libro, pero la narración se me queda un poco corta en sentimiento. Tal vez sea la diferencia entre vivir en un lugar o solamente pasar por él y por primera vez siento, lo digo con humildad, que el espacio del texto me pertenece bastante más que al narrador. 


Petra, Jordania, hace ya
bastantes años
Fue un día especial. Elecciones de la
Autoridad Palestina en Jerusalén Este

El último domingo antes de volver a Rio, vamos a la librería en busca de novedades. Siempre voy a la G en Narrativa Latinoamericana y a la O en Internacional. Uno nunca sabe las sorpresas que le puede deparar un estante. 
Me encuentro con La colina del mal consejo, tres relatos de Amos Oz escritos en 1974 pero que sólo recientemente habían sido traducidos al español por Raquel García Lozano y por lo tanto no los había leído (ella no sabe de mi gratitud pero si no fuera por sus magníficas traducciones yo no habría podido acceder a los textos más importantes de mi vida. Si algún día voy a Madrid le llevaré unas flores y se lo haré saber). Lamento que la edición sea De Bolsillo y no la de Siruela (esa sería ya la alegría completa) pero compro el libro feliz. Hay narraciones que me atrapan, me interesan, me seducen, me invitan a una aventura... pero pocas son las que me arropan así, que me invitan a un descanso desnudo y verdadero. En fin, salvo To Know a Woman, que la leí en inglés –y sí, de Lange es también un fabuloso traductor, un erudito más bien– tal vez la verdad sea que prefiero encontrarme con mi escritor favorito en mi idioma favorito. Si Jana o Fania hablan en español, aunque sea desde Rehavia, también pueda que sea yo...  

Y así ocurre un placer que no ocurre a menudo, conecto dos libros de mis escritores preferidos sin habérmelo esperado: Gamboa en diálogo con Oz. 


II.

Hablando de libros. L'écume des jours de Boris Vian es ahora una película de Michel Gondry. Casi quisimos morir por aquí... Una de las novelas cortas más hermosas que existen, honestamente creo que habría debido quedarse así. Ayer, antes del pre-estreno de Blancanieves (bella película seguida por un corto pero bonito Q&A con el director Pablo Berger que estaba en Rio) finalmente vimos el trailer en pantalla grande y ahora sí definitivamente creo que me decepcioné...



Esta primavera, en París, despertó mi curiosidad al ver la ciudad llena de afiches con la cara de Audrey Tatou y Romain Duris. Audrey est Chloé... Romain est Colin. Michel, querido, ¿leíste el libro? Una de las más hermosas novelas sobre la juventud y el paso a la adultez tiene un casting que bien podría hablar de la crisis de los cuarenta... Aunque se empeñe en hablar con la vocecita de Amélie, ¡Audrey Tatou es más vieja que yo!

Voilá... L'insaisissable!






No soy fan del hipsterismo avant-garde dreameresco de Gondry pero sí he disfrutado algunas de sus películas. Esta creo que ni la voy a ver. Ya me parezco a algunos críticos ecuatorianos que destrozan una película porque se han visto el trailer. ¿Aycart se llamaba?... Lo siento, por mejor quedarse con los libros y el video de Around the World.



1 comentario:

Anónimo dijo...

si la veo te cuento, a veces es como cuando hay malos directores, también hay malechores de trailers!