martes, diciembre 05, 2006

Aplausos de pie para Cuba, el valor de una utopía


Hoy se publica esta nota en el HOY. Acá mi versión completita, sin correcciones de estilo, por lo que asumo cualquier error! La foto del HOY es otra. Esta con mis amigas Maife y Yanara.


El festival de documentales de Amsterdam concluyó el domingo. El filme danés El Monasterio se llevó el premio VPRO Joris Ivens



Cuba, el valor de una utopía, de Yanara Guayasamín, se despidió del IDFA para continuar su camino en otros festivales del mundo. En su última función, el cine Calypso con capacidad para 600 personas, estuvo casi lleno. El público aplaudió de pie a la cineasta concluida la proyección.
Una buena respuesta de la audiencia, elogiosos comentarios de la organización y los representantes de la industria -además de muestras de interés por parte de distribuidores, festivales y compradores- son el saldo obtenido luego de su estreno mundial en una de las más importantes plataformas del género documental.
Filmado desde 1992, Cuba, el valor de una utopía recoge testimonios de "una paleta de gente de diversa, una generación que en distintos niveles creyó en la revolución", como afirma la directora.

El documental de Guayasamín es una historia tejida con distintos personajes, sobre varios soportes (cine, video y video de alta definición) y capturada durante 14 años de proceso. Uno de estos personajes es Félix, quien estremece al público holandés con su voz pausada mientras afirma que a "los niños hay que educarlos en la necesidad de desear y no en la de tener".
Hay muchísima riqueza en este tejido que nos propone la cineasta, en el que se destaca la estupenda fotografía de Olivier Auverlau. Se trata de un filme largo que demanda la atenta participación del espectador para hilar distintas historias, las que en ciertos momentos llegan a fragmentarse demasiado. En cualquier caso, queda confirmado que la sutileza es la marca de fábrica de Yanara Guayasamín.
Cuba, el valor de una utopía es también un documental que despierta pasiones y revive un tema en el que casi todos tienen un punto de vista. Fueron más de uno los espectadores que preguntaron a la realizadora por qué no mostraba la pobreza acérrima de la isla. Pero como ella bien lo sostiene, esa no es su película; la suya habla del sueño de una generación que se va. Es también una reflexión muy poética sobre el tiempo, "el de lo cotidiano, de la historia, de un hombre -Fidel Castro- y el tiempo que se ha tomado un pueblo para mirarlo. Siempre he creído que Cuba fue el laboratorio social de América Latina y lo que quise fue guardar una memoria de eso".

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