Una nueva edición de los Encuentros del Otro Cine está a las puertas y, con ellos, vuelve a ser posible la ocasión de pensar y sentir, compartir la vida del prójimo, acercarnos a la realidad y descubrir muchas historias que importan y que deben ser contadas, aunque lo importante, en realidad, es que sean oídas. Y es por esto que necesitamos de ustedes.
La programación de este año propone un homenaje a América Latina (con más del 50% de la selección dedicada a ella) y, en particular, al documental de Brasil. Documental para cine y TV. Sí, por qué no; si cuando la televisión propone reflexión y contenidos estéticos nos entusiasma de la misma forma y nos hace soñar en que en el Ecuador también debería ser posible.
No es casual lo de América Latina. La propuesta nace de una serie de encuentros, de un punto de vista, de nuestras urgencias y, además, de bellas coincidencias. En primer lugar está el momento histórico. Se vive una revalorización de nuestra identidad a la que consideramos importantísima. Cuenta también el buen estado de la producción en estas esferas, la que se ha visto beneficiada por iniciativas tales como el fondo Cinergia para América Central y Cuba, el proyecto brasileño DocTV -del que llegan cuatro filmes y su director, Paulo Alcoforado- que empieza a extenderse a toda Iberoamérica y permite el financiamiento de ‘documentales de creación’ para TV (Ecuador no podrá participar hasta que el Gobierno no haya pagado la cuota correspondiente a Ibermedia).
Ecuador, como todos los años, tiene su espacio particular dentro de la programación. Es una alegría y nuestra responsabilidad programar cinco largometrajes de reciente producción: Cuba, el valor de una utopía, de Yanara Guayasamín; Taromenani, el exterminio de los pueblos ocultos, de Juan José Vera; ¡Alfaro Vive Carajo!: del sueño al caos, de Isabel Dávalos; ¡Mete gol gana!, de Felipe Terán, y El tren más difícil del mundo, co-producción suizo-ecuatoriana, de Daniel Wyss. Todos comparten, en diferentes escalas, una buena factura técnica, la relevancia de sus contenidos y, además, títulos largos. A ellos se suman cortometrajes de temáticas variadas, de entre los que sobresale El carro del tío Arturo, de Gabriela Batallas, una bella reflexión sobre la fotografía como generadora de memoria, el destino y el paso del tiempo.
Somos un festival político, porque filmar es un acto político. Creemos en la urgencia de exponer ciertos temas que sacuden la consciencia donde a veces prima el sujeto sobre el objeto, en palabras de Coco Laso.
Pero sabemos también que el documental logra ser poesía, que puede elevar nuestro espíritu a dimensiones inexplicables gracias a la magia de lo real y a la sensibilidad de muchos artistas y es ahí, cuando urgencia y sublimación se juntan, que celebro al documental con toda la pasión y emoción posibles. Jimmy Rosenberg, el padre, el hijo y el talento; Mi padre el turco; Alguna tristeza; El gran silencio; La película de la reina; Cocalero; Meninas; Veinte años no es nada; Utopía 79, los cortos de Marcelo Bukin, Del luto a la lucha... Tantos filmes para sentir, soñar, reflexionar...
1 comentario:
Le juro que nunca habia leido una de sus notas cuando trabaja en el diario (perdón por seguirle tratando de usted).
Ahora me doy cuenta que me he perdido de mucho.
Diego Ruiz
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