jueves, enero 04, 2018

Eduardo Coutinho, el documentalista de Brasil

Eduardo Coutinho (São Paulo, 1933 – Río de Janeiro, 2014) es considerado el documentalista brasileño más influyente. A través de su particular obra, compuesta por más de 30 documentales realizados para cine, televisión y organizaciones sociales —además de varias incursiones en la ficción como director, guionista y, ocasionalmente, actor— dejó un legado fundamental a las nuevas generaciones de realizadores de Brasil y América Latina, y construyó uno de los retratos más complejos y conmovedores de las clases medias y populares de su país.

Escuchar a Coutinho daba la impresión de estar frente a una fuente de pensamiento incesante, un espíritu vital —a pesar de su aspecto frágil y pesimista—, un cineasta curioso, autocrítico, transparente y ligeramente melancólico, tal y como las películas que hacía.

Se definía como «materialista mágico», es decir, que no creía en nada, pero vivía fascinado por la espiritualidad de la gente. En realidad su abanico de temas era más bien recurrente y giraba en torno a las cuestiones elementales de la existencia humana, como afirmó en una conversación que tuvimos en 2012:

«Lo importante para cualquier persona —en occidente, por lo menos— es origen, familia, trabajo, amor, sexo, enfermedad, placer, muerte. Tienes muerte, tienes religión. Se acabó. Fuera de eso, puedes ser San Francisco de Asís, puedes ser Lenin. Esas son formas de vivir. Pero el núcleo es ese, comenzando por el origen. El hecho de tener un origen, una familia y un recuerdo del pasado; eso de ahí es la vida».

Coutinho es recordado frecuentemente como el gran entrevistador del cine documental, sin embargo él evitaba usar el término «entrevista»; prefería el vocablo «conversa», más democrático y generoso, que procede del latín conversare, y significa literalmente «dar vueltas en compañía».

Más que en recursos técnicos, la belleza de sus películas recae en su carácter oral, en la riqueza del intercambio entre un cineasta atento y una serie de personajes maravillosos, capaces de reinventar su pasado y emocionar con la fuerza de sus recuerdos”.

Coutinho, como ningún otro cineasta, y con toda su ética, supo captar esa facilidad que tiene el brasileño para comunicarse, y traducir los testimonios de la gente común en momentos cinematográficos inolvidables.

Si excluimos a Cabra, marcado para morir (1964-1984), una pieza inclasificable por su singular naturaleza, podemos decir que existen dos tiempos en el cine de Coutinho. Su producción inicial se conforma por un bloque de filmes con un enfoque más militante y social, herederos indirectos de su paso por la televisión. La segunda etapa se inaugura con Santo fuerte (1999), la primera de sus películas editada por Jordana Berg, colaboradora con la que trabajó hasta el final de su vida, y quien califica este período como una «especie de renacimiento» en la carrera de Coutinho.

Seis de los siete títulos que conforman la retrospectiva que presentamos en Ambulante 2017 corresponden a esta segunda fase: el antes citado Santo fuerte, Edificio Master (2002), Peones (2004), El fin y el principio (2005), Juego de escena (2006) y su obra póstuma, Últimas conversaciones (2015). Con excepción del primero, fueron producidos por VideoFilmes, empresa que garantizó una continuidad en la producción del cineasta y la consolidación de su cuadro regular de colaboradores.

Estamos frente a un conjunto de documentales de distintas temáticas, realizados en un lapso de más de quince años, en lugares diversos de un país inmenso como Brasil, en los que confluyen una vasta gama de personajes de diferentes orígenes, razas, credos y edades, pero todos ellos depositarios de las reglas tácitas que conforman el método de Coutinho y que podrían resumirse así:

1) El primer encuentro entre el director y los personajes siempre está mediado por la cámara. Coutinho dejaba la investigación previa al rodaje en manos de su equipo de trabajo.

2) Una locación delimitada de antemano, como lo indica el propio cineasta: «Yo no salgo de aquel lugar, ni aunque me digan que en el edificio vecino hay un tipo maravilloso. Esa es una regla absolutamente rígida».

3) La entrevista como recurso principal que determina la relación entre el filmador y el filmado. Esto lo explican muy bien Cláudia Mesquita y Leandro Saraiva en su artículo 'El cine de Eduardo Coutinho: notas sobre método y variaciones' publicado en 2013: «Como molde para esta relación, él elige la situación de la entrevista y la toma como prisión y regla que delimita el juego. Esforzándose para eliminar todo lo que no surge de esa relación inmediata, la película se constituye a partir de una colección de registros de esos momentos de encuentro (o desencuentro)».

4) La posición cercana a sus personajes. Ya lo decía Coutinho: «Si te paras a una distancia de tres metros de tu interlocutor para no aparecer en la imagen, no estás conversando con esa persona. Nadie conversa a esa distancia. Tienes que estar junto. Si no, es como si hubiese una barrera. La persona habla como si estuviera hablando con un policía o para el «cine», es decir, está dando una declaración».

5) La ausencia de imágenes de archivo, música incidental y planos de cobertura sobre voces en off. Atención aparte merece Cabra, marcado para morir, filme que consolidó a Coutinho como autor en 1984, cuando tenía ya más de 50 años. La película sobre el asesinato del líder campesino João Pedro Teixeira, cuya filmación fue interrumpida por el golpe militar de 1964 y reanudada hasta 1981, marca un antes y un después en la historia del cine brasileño, revaloriza al género documental, es objeto de estudio de críticos y académicos alrededor del mundo y se considera, hasta ahora, una referencia del cine político de América Latina.

La retrospectiva se complementa con la película Eduardo Coutinho, 7 de octubre, de Carlos Nader, una oportunidad única para conocer al entrañable realizador brasileño, quien a través de una amena conversación con Nader analiza secuencias de sus películas, recuerda a sus personajes y poco a poco revela su método y su pensamiento sobre el cine y el mundo.

*Escribí este texto para la primera edición de la revista Ambulante, que incluyó entrevistas, reseñas y datos sobre la Gira de Documentales 2017.

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